ESTA VEZ NO SE TRATA DE UN COMPAÑERO DE 4 PATAS, SE TRATA DE UN ANGELITO QUE AHORA TIENE ALAS Y COMPARTIO SU CORTA VIDA CON UN ANGEL CANINO. ME HA ENTRISTECIDO MUCHO LA HISTORIA Y POR ESO LA COMPARTO AQUI, CREO QUE MERECE SU RINCONCITO JUNTO A ELLOS...DESCANSA EN PAZ, PEQUEÑA
Jimena Ávila había nacido con parálisis cerebral. Desde el inicio, los médicos fueron sinceros con su familia: su expectativa de vida era muy corta y, posiblemente, no superaría los 8 años. Sin embargo, la chiquita llegó a vivir 12. En parte, por su enorme fuerza de voluntad y por el gran amor de sus papás, Juan Carlos y Gloria, y de su tío, Diego. Pero sobre todo por la aparición en su casa de Simona, una Ovejero que se convertiría en su ángel guardián.
Pero, al perder su razón de vivir, Jimena dejó de luchar. La nena falleció el 27 de enero a la tarde, después de haber pasado más de un mes esperando el retorno de Simona, que huyó de su hogar de Merlo el 24 de diciembre, asustada por el ruido de los fuegos artificiales de Nochebuena. Y ahora, en medio del inmenso dolor, la familia debe lidiar con una persona anónima que hace rato había encontrado a la mascota, pero que les dice que no quiere devolvérselas.
A raíz de su enfermedad, Jimena era hipoacúsica, por lo que sólo podía comunicarse a través de señas, con sus dedos golpeando sobre algo, con su mirada, o aplaudiendo cuando algo le gustaba. Ese fue el motivo por el que sus seres queridos pensaron que sería bueno que tuviera un animal de compañía. “La habíamos comprado Simona hace un año y medio, y la entrenamos para que sirva de perra terapeuta y entienda cómo se comunicaba Jimena”, contó su tío, Diego Ferreyra.
Sin que nadie pudiera imaginarlo, parte de ese entrenamiento terminó siendo la causa de su desaparición. Porque Simona había aprendido a abrir el portón de la casa para recibir a Jimena, cada vez que ella volvía de alguna salida o de sus controles en el Hospital Alemán. “Se sentaba a esperar que mi hermano y yo la bajáramos de la camioneta, y la llevaba hasta adentro en la silla de ruedas”, explicó Ferreyra.
“En Nochebuena, los tres se vinieron a pasar la fiesta a mi casa y, como Simona quedó sola en la suya, se aturdió con la pirotecnia, abrió el portón y salió”, agregó, con su voz entrecortada. Lamentablemente, el animal no sabía cómo volver a su hogar.
Dos vidas, un alma
La familia está convencida de que el decaimiento que Jimena sufrió a partir de ese momento fue por la tristeza de no volver a ver a quien era mucho más que su mascota: era casi una extensión de ella misma. “Cuando a mi sobrina le levantaba fiebre o se descompensaba y había que llevarla al hospital, a la perra le agarraba fiebre también y había que llevarla al veterinario. Y cuando era la perra la que estaba mal, Jime se enfermaba”, asegura el tío.
Además, Simona tenía una habitación propia pegada a la de Jimena, y sus padres “habían tirado parte de la pared que las divide para cambiarla por un vidrio, así ambas podían verse. Jime se despertaba a la mañana y lo primero que hacía era mirar hacia el vidrio. Se alegraba muchísimo cuando veía que Simona se le acercaba moviendo la cola”, relató.
Por su tristeza y sus pocas fuerzas ante la desaparición de su amiga, la nena sufrió complicaciones de salud y debió ser internada en el Hospital Alemán. “Se la tenían que llevar por segunda vez a Venezuela para realizar un tratamiento, pero hubo que postergarlo porque se le paralizó la mitad de la cara”, sostuvo Diego.
La campaña con carteles de búsqueda por el barrio y en Internet no parecía dar frutos. Hasta que, el 11 de enero, la familia recibió un mensaje por las redes sociales que fue falsamente esperanzador. “Nos decían que tenían a la perra y que querían la recompensa de mil pesos. Llamamos tres días después, cuando revisamos los mensajes, pero el hombre que nos atendió nos dijo que ya no la tenía más, que se la había regalado a su tío para una primita, que vive en Mariano Acosta. Le explicamos que Jimena se estaba muriendo y no le importó”, denunció el familiar.
Mientras tanto, intentaron levantar el ánimo de la nena internada, llevándole al hospital a otras perras que se parecieran a su querida Simona. “Lo intentamos dos veces, y cuando las veía le agarraba una alegría terrible. Por un tiempo se sentía mejor. Pero, a medida que los animales se les acercaban y empezaban a interactuar, se daba cuenta”, señaló.
Pedido desesperado
Jimena murió el 27 de enero sin poder volver a acariciar al ser que, con su cariño y compañía, le alargó la vida. A Diego no se le quita de la cabeza la idea de que gran parte de la culpa la tiene ese personaje insensible, que no la quiso volver a reunir con su Simona.
“No se digna a comunicarse, ni a decir nada, ni siquiera si era una mentira o no que tenía a la perra. Hicimos rastrillajes por Mariano Acosta, Merlo, Ituzaingó, Hurlingham y William Morris, pero hasta ahora no encontramos nada”, indicó el tío.
Y agregó: “Por medio de un amigo pude rastrear el número celular y hasta accedimos a sus contactos. Llamé a su novia, le expliqué la situación, le pedí que nos ayudara y sólo dijo ‘no me metan en quilombos’, y colgó. Sabemos que ella que vive en Moreno, así que en estos días iremos a su casa y recurriremos a la justicia”.
En cuanto a las redes sociales, en Facebook se inició una campaña solidaria para dar con la perra. Los usuarios difunden su foto, cuentan su historia y hasta piden a la gente colocar como imagen de perfil una de Jimena y Simona o un lazo negro, en señal de luto y recuerdo a la nena.
“Ahora Simona es todo para nosotros. Estamos desesperados al saber que debe estar sufriendo y llorando en algún lado. Si tenemos a Simona, tenemos a Jimena”, cerró Diego, antes de romper en llanto.
Fuente: elargentino.com