viernes, 11 de septiembre de 2009

DICKENS, LA VIDA MISERABLE DE UN GALGO


Dickens seguramente fue un galgo “deseado"... .deseado como el objeto al cual se le puede sacar una rentabilidad, traducida en el aumento desmedido de un ego personal y caprichoso, y como reflejo de un total dominio tirano y cruel a todo lo considerado inferior y sin valor.

Su madre sería una buena galga, gran madre paridora de pequeños galgos “deseados” pero sin garantías, y su padre probablemente sería un buen ejemplar de galgo fuerte, valiente y veloz cazador.

Dickens sería “elegido” para formar parte de un grupo de galgos que con suerte tendrían un trozo de tierra para dormir, un barreño con agua sucia para beber, un trozo de pan duro para comer y de vez en cuando algo más consistente como premio a su “buen trabajo”, y como único “atuendo”, una cuerda llena de roña al cuello para manejarlo o atarlo, según el momento adecuado.

Con asiduidad lo sacarían a entrenar para enseñarle a desempeñar bien su trabajo, con su soga al cuello amarrada a una bici, a una moto o a un quad ,recorriendo caminos de polvo y tierra y a pleno sol, y de esa forma realzaría su musculatura, se haría fuerte y comprendería cual es su función… correr, correr siempre sumiso y preparado para recibir las órdenes de su amo y no pedir nada a cambio… aprender el dominio de su amo, la sumisión y la obediencia ciega como única forma de recompensa para seguir con vida o para no recibir palizas.

Pero Dickens no aprendió lo suficiente y defraudó, probablemente falló, no pudo satisfacer el orgullo egoísta, dominante y despiadado del que le “eligió” para engrandecer su ego cruel.... no le dieron opción a demostrar que él no solo estaba hecho para correr y cazar, y el desalmado decidió que no le era útil, y un día cuando lo llevaba amarrado a su moto o a su todo terreno cortó su cuerda y en medio del campo lo dejó. Al fin y al cabo tenía buenas hembras para que se quedaran preñadas por buenos galgos, y tendría posibilidades de conseguir otros buenos galgos, deshaciéndose sin problema y sin remordimientos del que no sirviera, y así continuamente.

Dickens vagaría días perdido, desorientado, en medio de la nada, buscando un trozo de pan, un poco de agua y una sombra donde protegerse del lapidario sol del mediodía… Probablemente se aventuró a atravesar una carretera donde un vehículo al que no supo esquivar lo golpeó duramente… Al fin y al cabo él solo había aprendido a correr atado con una soga al cuello detrás de algo parecido, pero no podía saber que podía ocurrir algo así.

Huyendo malherido y agotado se dejó caer en el único sitio que encontró para guarecerse del calor y esperó a que llegara su hora. Más tarde unos seres de aspecto parecido a su amo lo encontraron, cargaron con él y le llevaron a un lugar donde calmaron levemente su sufrimiento… pero no tuvo la oportunidad que necesitaba, no le tocó a él … su cuerpo estaba ya demasiado destrozado y rendido para resistir, ya no se podía hacer nada más por él, salvo ayudarle a pasar en paz al otro lado de ese puente en el que seguramente le esperaba un prado verde para correr junto a unos compañeros de carreras y como único trabajo y obligación ser feliz.

Como Dickens cientos de galgos todos los días corren con igual, peor o muchísimo peor suerte. Solo una mínima parte son recuperados con el suficiente tiempo para salvar su vida. Hoy ha tocado conocer la historia de Dickens, mañana conoceremos otras iguales, y dentro de dos días más, y así día tras día.

Dickens no tuvo su oportunidad, solo unos pocos afortunados la tienen, sigamos luchando porque cada vez sean más lo que tengan esa oportunidad y contemos al mundo la vida miserable de todos los Dickens que hay y que habrá en España.

Por ti, Dickens.
Muchas gracias a Galgos112 por vuestra gran ayuda .
Un abrazo.

Ramona - www.uprodea.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario